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Entonces, ¿qué es exactamente la Dieta Mediterránea?
La Dieta Mediterránea es un estilo de vida ligado a la comida, difundido entre los países de la cuenca mediterránea. El clima que une a toda la región y la gran disponibilidad de ingredientes como cereales, legumbres, verduras y frutas ha permitido crear una tradición culinaria que atraviesa fronteras, idiomas y religiones.
Los ingredientes principales de la Dieta Mediterránea son verduras, legumbres, cereales, frutos secos y aceite de oliva, a los que se añaden, aunque en cantidades menores, el pescado azul, las carnes blancas, los lácteos frescos y los huevos. El consumo de carnes rojas y de dulces está previsto en cantidades limitadas, y precisamente esta distribución hace de la Dieta Mediterránea un modelo saludable para nuestro cuerpo y sostenible para el planeta.
Para recordar fácilmente cuánto y qué debemos comer cada día, la pirámide alimentaria es una excelente herramienta. En la base encontramos los alimentos para consumir diariamente en cantidades mayores, mientras que en la parte superior están aquellos que se deben comer solo ocasionalmente.
El valor cultural de la Dieta Mediterránea
No olvidemos, sin embargo, el valor cultural de la Dieta Mediterránea. Su convivencia, el compartir y la tradición que se transmite de una generación a otra le valieron la inclusión en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Hoy, siete comunidades tienen la tarea de transmitirla y protegerla: Italia (Cilento), Grecia (Koroni), España (Soria), Marruecos (Chefchaouen), Portugal (Tavira), Chipre (Agros) y Croacia (Brač y Hvar).
¿Quién “descubrió” la Dieta Mediterránea?
La Dieta Mediterránea forma parte de nuestra civilización desde hace siglos, por lo tanto, “descubrir” no es el término más correcto. La genialidad de Ancel Keys y de su mujer Margaret Haney fue entender los beneficios del régimen alimentario mediterráneo estudiando durante más de cuarenta años la relación entre los hábitos alimentarios de la población de Pioppi, en el Cilento, y la aparición de enfermedades cardiovasculares.
Con datos en mano, Keys llevó a cabo un estudio comparativo entre las dietas de siete países diferentes y demostró que la Dieta Mediterránea tenía una incidencia muy baja de enfermedades cardiovasculares.

El papel de la pasta en la Dieta Mediterránea
Cuando hablamos de la Dieta Mediterránea en Italia, no podemos evitar pensar en la pasta. No es solo un plato tradicional, sino que también representa la base de la dieta. La pasta permite comer de forma sostenible, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, ahorrando agua y promoviendo la biodiversidad.
En nuestro menú, por ejemplo, encontramos pastas elaboradas con harinas especiales como los granos antiguos y el sorgo, o con legumbres como los garbanzos y las lentejas rojas. Un mundo variado de pastas que permite explorar toda la riqueza de la Dieta Mediterránea.
Además, en nuestras salsas y condimentos tratamos de privilegiar ingredientes de origen vegetal, como la salsa de tomate. Cuando las proteínas provienen de origen animal, preferimos las procedentes de frutos secos, huevos o pescado del Mediterráneo. La carne roja está presente solo en platos como las tagliatelle al ragù o la carbonara, pero siempre se recomienda consumirla con moderación.
Conclusión
La Dieta Mediterránea no es solo un régimen alimentario, sino un estilo de vida que beneficia a nuestro cuerpo, a nuestra mente y a nuestro planeta. Es una forma de alimentarse que celebra la convivencia, el compartir y la estacionalidad, y es un modelo sostenible que puede ayudarnos a reducir el impacto ambiental. La pasta, con su papel central, nos ayuda a respetar estos principios mientras saboreamos cada bocado en compañía.